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"Fue un crimen de Estado"

Eva Usi23 de octubre de 2014

El sacerdote Alejandro Solalinde dijo a DW que la desaparición forzosa de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, fue realizada por fuerzas del Estado sin intervención de grupos criminales.

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Alejandro Solalinde
Alejandro SolalindeImagen: AP

El sacerdote católico Alejandro Solalinde, (Texcoco, México, 1945) ha ganado reconocimiento internacional por su labor de defensa de los Derechos Humanos de los migrantes. En 2007 fundó el albergue “Hermanos en el Camino”, en Ciudad Ixtepec, Oaxaca, que proporciona asistencia humanitaria a los migrantes de Centro y Sudamérica, que pasan por México en su camino hacia Estados Unidos. Su denuncia de los abusos contra los migrantes indocumentados, los negocios clandestinos de grupos criminales, y su condena a la actuación de políticos corruptos, le han cosechado enemigos y amenazas de muerte.

En entrevista con DW, el sacerdote y activista portador del Premio Nacional de Derechos Humanos 2012, criticó duramente al Estado mexicano al que responsabilizó del asesinato de los 43 estudiantes del magisterio de la escuela de Ayotzinapa, desaparecidos el pasado 26 de septiembre. Solalinde puso en tela de duda la versión oficial de que fue el Alcalde de Iguala, José Luis Abarca, el que ordenó un ataque en solitario. Abarca y su esposa, que es vinculada al cártel de los Beltrán Leyva, se dieron a la fuga.

DW: Padre Solalinde, desde el fin de semana usted ha mencionado los testimonios de cuatro testigos que dicen que los estudiantes fueron quemados vivos. ¿Cuales son las certezas que tiene usted sobre los 43 desaparecidos de Ayotzinapa?

Alejandro Solalinde: Entre tanto ya son cinco los testigos que han hablado conmigo. La certeza que tengo es que las fuerzas del Estado atacaron con armas de fuego a los estudiantes normalistas en dos ocasiones. Unos quedaron heridos, otros murieron. Posteriormente agentes del Estado mexicano se los llevaron a bordo de patrullas, con personal policiaco, y los desaparecieron. Algunos testigos me han dicho que algunos estudiantes estaban vivos todavía, estaban heridos, a ellos, junto con los cuerpos de los muertos, los trasladaron en patrullas y los quemaron. Los pusieron en una pila con leña, les rociaron diesel y los quemaron.

¿La conclusión es que todos están muertos?

Quizá haya alguien que no haya muerto. Alguien que pudo haber huido, no lo sabemos, pero la mayor parte de ellos ha muerto.

¿Cuál es la situación de sus testigos, quienes son?

Se encuentran en una situación muy delicada y obviamente, tienen miedo. Ellos quieren permanecer en anonimato, lo que por supuesto voy a respetar. Con sus testimonios hemos atado cabitos, y hemos armado un rompecabezas con toda esta información y de verdad es muy doloroso. Pero me queda claro, que de confirmarse todo esto estamos ante un crimen de Estado.

Solalinde, defensor de los migrantes.
Solalinde, defensor de los migrantes.Imagen: AP

¿Se debe a la infiltración de grupos criminales en las estructuras estatales?

No, no, no, quiero aclarar que no es así. Aquí no hay grupos criminales, el único criminal es el Gobierno. Según los testigos que tengo en ningún momento intervinieron criminales, en ningún momento. Todos fueron agentes del Estado. Lo que falta probar es qué responsabilidad tuvo el Ejército, por omisión o por comisión, eso no lo sabemos.

¿Quiere usted decir que no es cierta la versión de que los policías municipales entregaron a los estudiantes al grupo criminal Guerreros Unidos?

Por supuesto que no. Ésa es una versión del Gobierno para deslindarse como Estado porque es muy fácil decir: ‘fueron estos policías malos, todo lo demás está bueno', y decir que esos policías malos entregaron los estudiantes a los delincuentes y éstos fueron los que cometieron estos crímenes. Eso les permite al Estado mexicano presentarse como ejemplar, un Estado bueno, en donde los malos son los narcotraficantes. Esta cantaleta ya la venimos oyendo desde el anterior gobierno de Felipe Calderón. Es una manera irresponsable e hipócrita de evadir la responsabilidad. Lo que es cierto y ahí no entra ningún criminal, es que agentes del Estado atacaron dos veces con armas de fuego a los estudiantes, los balearon, los hirieron, y a algunos los mataron. Lo que es cierto es que en patrullas policiales, en vehículos oficiales con agentes del Estado a bordo, desaparecieron a los estudiantes. Este es el dato duro. Están desaparecidos y fue una desaparición forzada. Fue un acto del Estado, ahí no tiene que ver nada el crimen organizado.

¿Estamos hablando de un crimen de Estado cometido por policías locales, o están involucradas fuerzas federales?

El presidente Enrique Peña Nieto lo acaba de decir antier; hay una coordinación perfecta entre todos los niveles de gobierno. Imposible pensar que haya algo que se salga del control del Estado. El Estado controla todo, es un Estado autoritario, con fachada de democracia. Es un Estado presidencialista, en el que todo depende del presidente. Nadie hace nada sin recibir órdenes de arriba. Esa escuela normal de Ayotzinapa, hay que decirlo, es una normal que ha dado mucha lata. Desde hace dos años se cuestiona a las autoridades por los estudiantes que mataron. Esa escuela tiene un estudiantado activo y activista, muy consciente, que ha señalado los errores del gobierno. Esa escuela es una piedrita en el zapato muy incómoda, por eso creo que ésa fue una decisión de Estado.

El Alcalde de Iguala y su mujer se dieron a la fuga, son ellos, según el Gobierno federal, quienes ordenaron esta matanza…

Tal vez ellos la ejecutaron. Pero yo dudo mucho que lo hayan hecho sin consultar al gobernador. Son decisiones demasiado fuertes como para que las hayan tomado en solitario. Todo esto es un sistema, no es fácil pensar que esto fue una ocurrencia de ellos.

¿Cual es el respaldo que debería proporcionar la comunidad internacional para apoyar a la sociedad civil mexicana de cara a estos sucesos?

Yo apelo a la comunidad internacional a que no se deje engañar por un gobierno simulador, que dice respetar a los Derechos Humanos. No los respeta. Es un gobierno corrupto, que ataca a los estudiantes y a los jóvenes, no sólo ahora sino desde hace décadas, es una verdadera amenaza para ellos.