Osamentas y cofres mortuorios están a simple vista y no precisamente en una galería que dé cuenta de la historia, sino en el cementerio de Palmar, población que está en la parroquia Colonche de Santa Elena.

El tiempo, los temblores y las constantes lluvias son considerados por comuneros como factores que han incidido en el deterioro de cuerpos de bóvedas en el camposanto, cuyo guardián es Segundo Cacao.

El celador se conoce cada espacio deteriorado y aseguró que cuida de los restos que permanecen en el sitio.

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“Da es pena que no se acuerden de sus muertitos, cierto es que cuando uno se muere todos se olvidan”, dijo Cacao.

Casi medio centenar de bóvedas se encuentran destruidas y otras a punto de colapsar. Las precipitaciones han provocado filtraciones a través de grietas y hay espacios que se están llenando de agua.

Las varillas oxidadas y las lozas partidas son evidentes en el sitio ubicado casi en las faldas de uno de los cerros del poblado peninsular.

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En algunas bóvedas los restos han sido retirados por deudos, pero que han dejado los cofres ante la inclemencia del sol y de la lluvia y en otras el cofre está expuesto y dentro yacen restos de osamentas.

Juan Gonzabay, presidente del poblado, recientemente reconocido como dirigente por el Magap, confirmó que la competencia de la administración del cementerio es de la comuna, no así el mantenimiento de las bóvedas que sería responsabilidad directa de los deudos.

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“Son los primeros cuerpos de bóvedas que se construyeron y que ya tienen 40 o 50 años, hemos hecho el llamado de atención, pero lamentablemente hacen caso omiso”, explicó Gonzabay.

Agregó que se tiene previsto realizar una ampliación del cementerio y que con “administraciones anteriores había desorden, iba una persona solicitaba espacio, eso permitió que la gente construya de manera desordenada”, puntualizó en referencia a la falta de espacio que hay en el lugar.

El acceso al camposanto se encuentra agrietado debido a que corren riachuelos que bajan desde el cerro en época lluviosa. (I)