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El peor lugar de México para ser mujer

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El municipio de Ecatepec, ubicado al norte de la Ciudad de México, aglutina los factores de pobreza, crimen y violencia de Estado, lo que detona el alto grado de feminicidios en la entidad.
El peor lugar de México para ser mujer

Ecatepec es el peor lugar para ser mujer en México. Este municipio, el más poblado del país, forma parte de la entidad del estado de México y cubre la parte nororiental de la capital. Desde hace algunos años, Ecatepec es epicentro de protestas por su alto grado de feminicidios, desapariciones y violencia contra las mujeres.

Las mujeres prácticamente no pueden salir en la tarde en Ecatepec. Son acosadas, y si alguna de ellas se rebela contra los abusos, son hostigadas e incluso violentadas en la propia calle. Sin embargo, muchas de ellas han comenzado a alzar su voz y a denunciar esta situación en esta ciudad periférica.

RT habló con Sofía Silva García, defensora de derechos humanos e investigadora del tema de los feminicidios en la entidad. La experta explica las razones por las cuales Ecatepec es tan peligroso para las mujeres y también el modo en el que han comenzado a organizarse al respecto.

RT: ¿Cómo explicar que un municipio tan cercano a la Ciudad de México sea el "peor lugar para ser mujer"?

SSG: Una de las cosas que hay que tener en cuenta es la situación de lo periférico. No es solo una situación geográfica y espacial. Tiene que ver con la territorialidad. Hay distintas condiciones de las periferias como la pobreza y el género. Mientras estemos en la perspectiva en la que el centro del mundo son los hombres, lo femenino estará en esta periferia.

Esta situación perpetúa los estereotipos de debilidad, de que las mujeres no somos seres razonables, sino emocionales, dependientes a nivel económico, en fin, de todas las condiciones que perpetúan la violencia. En el estado de México, esas periferias se suman a la situación geográfica. Y Ecatepec forma parte del cinturón de 11 municipios más peligrosos del estado de México

Ecatepec, Nezahualcóyotl y Chimahuacán son un corredor donde atraviesan la mayoría de los intercambios comerciales y económicos de la capital. Al estar en un espacio donde nos encontramos cerca de la Ciudad de México y a la vez estamos al margen de esta, aumentan los peligros, especialmente al movernos. Además, sufrimos la violencia no solo de género sino la criminal y económica del propio Estado. Todo ello forma una suma de factores que atenta contra nuestras vidas. Por eso, no solo padecemos la violencia física y los feminicidios, sino las condiciones en las que vivimos.

En este contexto están las mujeres, es hace que este sea el peor lugar para ser mujer. Son muchas cosas que se suman. Si tomamos en cuenta las personas que atraviesan de Ecatepec y Neza por la Avenida Central y el otro extremo, la peligrosa Pantitlán, nos damos cuenta de los riesgos diarios.

RT: Cuéntanos sobre los feminicidios en Ecatepec: ¿Cómo es que una sociedad llega al grado de tener tantos feminicidios y cómo se lleva su registro?

SSG: El pensar en el feminicidio como la forma más cruel y visible de violencia contra las mujeres permite ver que no es la única forma de violencia. Para que suceda deben darse otras condiciones antes.

Ahora tenemos cifras oficiales, pero durante mucho tiempo no se reconocía el feminicidio como un delito. Era un homicidio y ya. Ha habido un proceso de lucha para distinguir el feminicidio con sus características particulares, como la violencia doméstica, pero en realidad lo que le distingue es la manera en que se hace en el espacio público: es visible.

La cantidad de feminicidios no reconocidos en el estado de México hizo que se solicitara una alerta de violencia de género desde el 2009. De acuerdo con el Observatorio Nacional Contra el Feminicidio, entre 1999 y 2010 hubo un total de 1997 feminicidios en la entidad. Y eso son solo los delitos reconocidos como tal.

Es importante decir que para que existiera la Alerta de Género tuvo que existir antes una Ley General, y para que existiera esa ley tuvo que reconocerse que había una responsabilidad del Estado en estos casos. La ley tiene una alerta que tardó muchos años en ser declarada, a pesar de que tras diez años de fuerte violencia en Ecatepec, no se reconoció el problema sino hasta el 2009-2010. Finalmente, se emitió una alerta hasta el 2015.

Sin embargo, en mayo de 2016 se registró un aumento de las cifras de feminicidio en un 30%. Esto se debe probablemente a dos factores. Uno de ellos es que hay más denuncias por la información y porque la sociedad civil tiene más oportunidad de documentar. La otra es porque al visibilizarse los problemas, los índices de violencia aumentan. Hay como una revancha. Ahora se está evaluando qué efectos tiene visibilizar la violencia, porque el sistema patriarcal perdura aún con la movilización.

En 2016, de acuerdo con el Observatorio Nacional del Feminicidio, se registraron en el estado de México 263 feminicidios en todo el año: 39 ellos fueron en Ecatepec. Tan solo para enero del 2017, ya hay 17 feminicidios en los municipios de Ecatepec, Ixtapaluca y Nezahualcóyotl.

De entrada, denunciar y contabilizar el feminicidio es muy complicado, primero, porque las autoridades no lo reconocen. Es difícil de identificar y los delitos no son denunciables porque a veces las mujeres desaparecen y sus familias no las buscan, creen que se fueron con sus novios. Ahí hay un estigma. Además, creen que es más peligroso denunciar que dejar pasar por alto. 

En el país, entre 2012 y 2016 hubo más de 10.000 homicidios contra mujeres. De esos 10.000, solo el 20% se reconocen como tal.

RT: Sin embargo, en México se empieza a notar una mayor movilización de las mujeres, y en particular sobre este tema, los reclamos son más grandes.

SSG: Hay un cambio sustancial en eso. Por extraño que parezca, me está tocando vivir un relevo generacional en el feminismo y en particular en la lucha de las mujeres en la región del estado de México. En 2014 se hicieron las caravanas por la alerta ciudadana de género en Chimalhuacán, Ecatepec y otros municipios peligrosos donde participaban las familiares y las organizaciones que acompañábamos. Eran movilizaciones que, si bien eran importantes, contaban con máximo 50 personas. Nosotras mismas levantábamos denuncias en las caravanas instaladas en el centro de las plazas municipales.

De pronto, a partir de esto se fue generando otro ánimo y fueron saliendo iniciativas como las de las chicas de Naucalpan -otro municipio del estado de México-, que dijeron: "las mujeres no somos desechables". Así visibilizaron esta condición de ser de la periferia. Ser pobres no quiere decir que me puedas tirar en la calle. Todo ello fue generando ánimo para ir denunciando y organizarse.

A partir del año pasado, se genera un germen de organización que permite el surgimiento de nuevas colectivas feministas en el estado de México, algo que no había pasado antes, y eso ayuda a que no se queden siempre en el mismo sector.

Además, hay una consigna: el problema no es solo el feminicidio. Las madres se movilizan, pero quienes toman la batuta son quienes denuncian el acoso y hostigamiento sexual. Esa es otra manera de poner la denuncia sobre la violencia en las calles. No son las mamás de las víctimas las que protestan solamente, sino las que caminamos en la calle todos los días.

Con la movilización de hoy se pone en la mesa el hecho de que no solamente sufrimos la violencia que viven las mujeres, sino todos los niveles de discriminación. Hay en la mesa un asunto trasversal, que es la desigualdad económica. Por eso se sale hoy para recalcar que tenemos derecho a tener independencia económica, a participar, a movilizarnos. Hace cuatro años la movilización para el 8 de marzo era muy diferente cualitativamente a la de hoy, tanto en números como en acciones. Es un avance muy importante.

Al-Dabi Olvera

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