ESCRIBIR TE CURA.
Pon la mente en blanco y coge lápiz y papel.
Que la lectura ayuda a evadirse y a superar dificultades no es ninguna novedad. Pero, ¿y si te decimos que plasmar sobre el papel lo que sientes podría ser la solución a muchos de tus problemas? Pues así es. Este tratamiento terapéutico se llama psicoescritura y, además de ser efectivo, es muy sencillo de poner en práctica. Ya lo dijo Paul Auster, autor de La trilogía de Nueva York: «Escribimos para compensar una carencia, algo que no va. Escribimos quizá para curarnos». Y por lo que parece, tenía razón.
Descarga emocional
Para alcanzar esa paz interior, hay un principio básico que debes respetar: redacta lo que piensas y presta especial atención a las sensaciones y emociones que experimentas en ese momento. Sin censuras ni frenos, porque sólo tú tendrás acceso al texto. Puedes dedicar una hora al día a apuntar lo que necesites exteriorizar o hacerlo a través de un diario personal. Si quieres puedes leerlo cuando haya pasado un tiempo, pero si prefieres
meterlo en un cajón o incluso destruirlo al instante, no pasa nada: el hecho de expresarte ya genera una catarsis. Si te cuesta enfrentarte al llamado Síndrome de la hoja en blanco, puedes acudir a un especialista que te ayude a superarlo, como Rita Otero, psicóloga educativa experta en terapias narrativas escritas (psicoescritura.com), cuyas sesiones tienen varios pasos: se lee un texto con una temática que será tratada a lo largo del ejercicio, como por ejemplo tu nombre de pila, y después hacen preguntas sobre el mismo, como qué te hace sentir y qué implica.
Los ejercicios
Esta terapia te exigirá escribir incluso durante su aprendizaje, eligiendo entre dos posibilidades: hacerlo de forma automática –lo que te viene a la mente– o refexiva –con una semana de plazo–. Más tarde se lee en voz alta el texto para detectar los cambios de ritmo, quiebros de voz o cualquier alteración que se pueda relacionar con el contenido. «Todas estas señalizaciones tienen como fn la toma de conciencia y refexión. Luego se hacen varias preguntas al paciente», comenta Otero. Esta técnica funciona en todo tipo de perfles, pero está especialmente indicada para aquellas personas con difcultad para expresar sus sentimientos, que tienen baja autoestima o que sufren ansiedad, estrés o depresión. También se utiliza en quienes reciben quimioterapia o sufren enfermedades crónicas, lo cual suele debilitar el estado anímico.
Grandes ventajas
Según Rita Otero, este arte tiene un sinfín de benefcios. Como destaca esta experta, permite externalizar el suceso porque crea una distancia entre la persona y lo que siente. También ayuda a la «toma de conciencia y a poner nombre y palabras a lo que nos sucede». Según ella, es de gran utilidad para conocer cómo estamos, favorecer la apertura emocional y la conexión con lo que sentimos. Sirve para organizar y estructurar el pensamiento y hace que nuestra cabeza funcione de forma saludable. «El cerebro tiene dos hemisferios: el izquierdo rige el lenguaje y la lógica. El derecho, las emociones, la imaginación y la creatividad. Cuando conseguimos poner palabras a lo que pensamos, estamos conectando las dos partes y haciendo que trabajen en paralelo», explica Rita Otero, que cree se trata de la mejor manera de ejercitar nuestra mente. Pero esto no es todo. Porque también se puede mejorar la curación de heridas físicas, por muy increíble que parezca. Así lo demuestra un estudio de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, que analizó cómo evolucionaron las pequeñas lesiones provocadas en el brazo de 49 adultos a los que se les hizo escribir durante 20 minutos al día. La mitad de ellos debía hacerlo sobre aspectos incómodos o molestos de su vida y la otra mitad, sobre su rutina diaria. Once días después, el 76,2% de los integrantes del primer grupo ya había cicatrizado, frente al 42,1% del otro equipo. Algo que se explica por los efectos de la descarga emocional: reduce el estrés y los nervios, lo cual acaba acelerando la curación.
Analiza tu letra
Los benefcios de la escritura no acaban aquí. Seguro que has oído hablar de la grafología, que analiza la personalidad a través de la caligrafía. Pues la grafoterapia da un paso más: consiste en hacer cambios conscientes en la forma de trazar o de sujetar el lápiz para solucionar problemas como la falta de concentración, la agresividad o el lento aprendizaje. Y es que, en la era de las notas de voz, el papel no falla.
UN ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE AUCKLAND, NUEVA ZELANDA, DICE QUE INCLUSO PUEDE CICATRIZAR HERIDAS
ESTA TÉCNICA ESTÁ INDICADA PARA PERSONAS CON ANSIEDAD O ESTRÉS